
Por cuanto es ley universal que todos los mortales hemos de rendir tributo a la inexorable Parca, y siendo justo que los que poblaron este mundo dejen tras de sí testimonio de su paso por esta vida caduca, hago presente el documento que da fe del último tránsito de don Aníbal Macaine〈n°9i〉, varón que hubo de entregar su alma al Creador cuando ya el siglo veinte tocaba a su ocaso.
Quiso la fortuna, enemiga de las cosas humanas, que tan honrado ciudadano finase sus días el veinticuatro del mes de agosto, cuando el año de mil novecientos noventa y ocho corría hacia su término, acaeciendo tan luctuoso evento en la ciudad de Santo Tomé, lugar notable del Departamento La Capital, en los confines de la Provincia de Santa Fe, República Argentina, tierra que vio nacer y morir a tantos varones insignes.
Por singular ventura mía, y merced a los modernos artificios que la industria humana ha inventado para la conservación y transmisión de los documentos, pude obtener en formato digital testimonio fidedigno de tan triste acontecimiento, habiendo los solícitos funcionarios del Registro Civil de la Provincia de Santa Fe atendido mi respetuosa demanda con la presteza que tales peticiones merecen.
Bien puede decirse que en semejantes instrumentos se encierra no solo la postrera noticia de una vida que fue, sino el epilogo de todas las aventuras, trabajos, alegrías y pesares que cupo en suerte a quien ya no puede dar cuenta de sí mismo, quedando solo la memoria escrita como único testigo de su existencia en este valle de mudanzas.
Así pues, conservando este documento con el cuidado que merece, podré perpetuar en la cadena de los tiempos el recuerdo de aquel que, habiendo cumplido su jornada terrena, pasó a engrosar las filas de los que nos precedieron en el camino que todos hemos de seguir, dejando tras de sí la huella indeleble de su nombre en los anales familiares.