En esta era nuestra, donde los hálitos de la memoria luchan por no desvanecerse en el torbellino del olvido, he de poner por escrito —no sin hondo respeto y piedad— la constancia última de vida de una señora ilustre por su linaje y dignidad, doña Irma Nelly Scalzo〈n°11〉, cuyo tránsito al más allá se dio en la jornada del trigésimo primer día del mes de agosto del año del Señor de dos mil y tres, en la muy noble y leal ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, cabeza del Departamento La Capital, en la benemérita Provincia de Santa Fe, jurisdicción de la República Argentina.
Contaba la finada, al momento de su partida, con setenta y ocho años cumplidos, flor de edad en la ancianidad, y cúmulo de vivencias, penas y alegrías que sólo el Altísimo habrá ponderado en su infinita sabiduría. Su alma —quiera el cielo que ya goce de eterno descanso en el seno de la misericordia divina— dejó el cuerpo mortal conforme a los designios que a todos nos igualan.
El testimonio de tan infausto suceso me fue entregado en forma digital, por mano oficial y legítima, procedente del Registro Civil de la Provincia de Santa Fe, en respuesta a mi humilde y respetuosa súplica de contar con dicho documento, que no por breve deja de ser valioso, pues en él se sella, con tinta de solemnidad, la postrera nota del paso de doña Irma por este valle de lágrimas.
Y así lo hago constar, no para menuda crónica ni frívola curiosidad, sino para perpetuar el nombre de aquella que fue, en su tiempo y espacio, parte viva del linaje del que procedo, y cuya memoria no debe perecer mientras haya pluma que escriba ni descendencia que la invoque.
Dado queda, pues, este memorial, como piedra de reposo y página final del capítulo que a doña Irma Nelly Scalzo〈n°11〉 perteneció en la historia del mundo.