
¡Oh mortal condición de los hijos de Adán, y cuán cierto es que todo cuanto nace ha de perecer! Que así como las flores del campo se marchitan y los ríos corren hacia la mar sin tornarse, así también los hombres, por más que se afanen en esta valle de lágrimas, han de rendir cuentas al Supremo Hacedor y entregar el alma al que se la dio.
Viene a propósito esta consideración por haberse descubierto, entre los papeles y legajos que el tiempo ha ido acumulando en sus secretos archivos, el documento final que cierra el círculo terrenal de la existencia de Santiago Felipe Vetti〈n°10d〉.
Acaeció su fallecimiento —¡hado inexorable que a todos nos aguarda!— en el día undécimo del mes de agosto del año del Señor de mil novecientos y ochenta, cuando ya había cumplido la edad de sesenta y cinco años, en la ciudad de Paraná, que es cabeza del departamento del mismo nombre en la provincia de Entre Ríos, dentro siempre de los confines de la República Argentina.
Mas no se piense que tan importante testimonio documental habría de perderse en las arenas del tiempo, pues la Divina Providencia, que todo lo ordena y dispone con sabiduría infinita, quiso que llegase hasta nosotros por medio de los modernos escribanos digitales de FamilySearch, esos infatigables guardadores de memorias que rescatan del polvo y el olvido los vestigios de nuestros mayores.
Así pues, el estudioso de genealogías y el curioso escudriñador de historias familiares que quisiere examinar por sí mismo tan melancólico pero necesario documento, no tendrá más que dirigir sus pasos virtuales hacia este enlace que aquí consignamos:
https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:6551-83T
Allí encontrará, escrito con la solemnidad que requieren estos postreros testimonios, el registro oficial que da cuenta del término de los días terrenales de Santiago Felipe Vetti〈n°10d〉, cerrándose así el ciclo que comenzó con aquel bautismo celebrado en Santa Fe de la Vera Cruz tantos años ha.
Que sirva este hallazgo para recordarnos la fugacidad de la vida humana y la importancia de preservar la memoria de quienes nos precedieron en este breve tránsito por el mundo, pues en sus nombres y fechas se encierra el hilo dorado que une las generaciones pasadas con las venideras.