No fue entre clarines ni campanas que se anunció su llegada, sino en la serena continuidad de la vida ordinaria, como suelen acontecer las cosas que, sin parecer grandes, sostienen el mundo. El día 19 del mes de marzo del año del Señor de 1915, nació en Santa Fe de la Vera Cruz un infante que habría de llamarse Santiago Felipe Vetti〈n°10d〉, cuyas raíces, como las de un árbol antiguo, bebían ya del humus callado de generaciones anteriores.
El suceso fue inscrito con diligencia en los registros civiles de la provincia, donde duerme la verdad en columnas y márgenes, esperando ser despertada por quien aún cree que los nombres tienen alma. Y fue precisamente esa creencia la que me llevó a solicitar su testimonio al Registro Civil de la Provincia de Santa Fe, cuyo celo institucional ha permitido que este vestigio de existencia resurja ahora en toda su dignidad.
Aquí queda, entonces, no sólo la constancia de un nacimiento, sino el acto de traer al presente la voz escrita de quien ya no puede hablar, pero cuya presencia perdura en la carne, la sangre y la memoria.