
En el cual se trata de aquella curiosa y enmarañada circunstancia que hace que nuestros abolengos se entrelacen como hilos de una urdimbre celestial, tejida por las parcas en los telares del tiempo; y de cómo, quien aquí escribe, ignoraba el nombre docto de tan singular fenómeno, contentándose con admirar sus efectos sin penetrar en su verdadera naturaleza; donde se demuestra que la sabiduría de los antiguos no en vano puso vocablo latino a esta maraña de parentescos que hace que un mismo tronco nutra diversas ramas del árbol genealógico; y en el que se discurre sobre los misterios de la sangre y del linaje con la reverencia que merece materia tan alta y la claridad que requiere entendimiento tan intrincado.
Pluguiera a los dioses que fuese dado a los mortales conocer con claridad meridiana los arcanos de su propia estirpe, mas acontece que la Providencia, en su infinita sabiduría, ha dispuesto que las ramas de nuestro árbol genealógico se entrelacen de tal guisa que forman una maraña digna de admiración y espanto a un tiempo. Y es que, lector benévolo, existe en los anales de la ciencia genealógica un vocablo que, por ventura, ha llegado a mis oídos como música celestial que pone nombre a aquello que desde tiempo inmemorial rondaba por los vericuetos de mi entendimiento sin hallar acomodo ni denominación apropiada.
Llámase este fenómeno implexo, voz latina de no poca gravedad y circunspección, que viene a significar aquella condición por la cual un mismo antepasado aparece multiplicado en nuestro árbol genealógico, ocupando diversos lugares y generaciones, como si fuese un actor de comedia que saliese a escena con diferentes máscaras y atuendos, siendo empero la misma persona.
Implexo (palabra tomada del portugués y derivada del latín ‘implexus’):
entrelazado, complicado, confuso.
— Diccionario Estraviz
Este término, de raíces clásicas, en genealogía describe la compresión del árbol genealógico debido a la repetición de antepasados. Ilumina así una realidad que va más allá de los nombres y fechas, adentrándose en la esencia misma de nuestra herencia.
¡Oh, cuántas veces, en las vigilias nocturnas dedicadas a la contemplación de los misterios de la sangre y del linaje, había yo cavilado sobre esta singular circunstancia! Veía con los ojos del alma cómo nuestros mayores, especialmente en aquellas aldeas y comarcas donde el radio de los matrimonios era tan corto como el alcance de las campanas del lugar, terminaban emparentándose unos con otros en grados tan intrincados que parecían formar un laberinto digno del ingenio de Dédalo.
Porque, en buena filosofía, si cada generación que retrocedemos duplica el número de nuestros antepasados —dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, y así en progresión geométrica hasta el infinito—, no tardaríamos muchas generaciones en tener más antepasados que habitantes ha habido en el orbe terráqueo desde que Adán puso pie en el Paraíso.
Matemáticamente, en la 32ª generación, uno tendría 4.294.967.296 antepasados, pero en el año 1215 —año que se correspondería aproximadamente a dicha generación—, la población mundial era de solo ~469.000.000. Este cálculo, expuesto por el genealogista Jesús Francisco, revela la paradoja que el implexo resuelve: la realidad impone que los linajes se crucen, haciendo que un mismo ancestro reaparezca en múltiples ramas.
Consideremos, por ejemplo, el caso que toca de cerca a quien estas líneas escribe, donde en el árbol genealógico que nos atañe en este sitio web, hallamos a Jaques Cotteaux〈n°580〉y Marie Françoise Bataille〈n°581〉, matrimonio que viene a ser bisabuelo común tanto de Jean Baptiste Macaine 〈n°72〉como de Geneviève Clotilde Delplanque〈n°73〉, quienes a su vez se desposaron y fueron padres de Jean Baptiste Alcime Macaine〈n°36〉, tatarabuelo de quien, con humilde pluma, traza estas líneas.
¡Qué prodigio de la naturaleza! ¡Qué capricho de la fortuna! Estos mismos antepasados, multiplicados en las ramas del árbol genealógico como las imágenes en un espejo que refleja otros espejos.
Las uniones entre primos carnales, segundos o terceros eran habituales y aunque nos cueste admitirlo (y pensarlo) las relaciones sexuales incestuosas siempre han existido, pocas de ellas consentidas, eso sí.
— Mireia Nieto
Ahora bien estimado lector, sepa Vd. que el implexo no es solo un término técnico; es una ventana a la comprensión de nuestra herencia compartida ya que, como bien podrá colegirse sin mayor esfuerzo del entendimiento, no es este fenómeno privativo de los linajes humildes o de corto alcance, que también entre la nobleza más encumbrada se da con frecuencia no menor. Los reyes y príncipes, por mantener la pureza de su sangre azul, han contraído matrimonios dentro de círculos tan estrechos que sus árboles genealógicos parecen más bien enrejados donde las mismas figuras aparecen una y otra vez, como en una danza cortesana que se repite al compás de las conveniencias dinásticas.
Pensemos en los Austrias, cuyo mentón prominente pasó de padres a hijos con la fidelidad de un eco, precisamente por este implexo que hacía que los mismos rasgos se concentraran y purificaran hasta extremos que, si bien daban nobleza al semblante, también acarreaban no pocas dolencias y melancolías. O consideremos las casas reales de Europa toda, donde un mismo antepasado puede aparecer por docenas de caminos diferentes en el árbol genealógico de cualquier monarca actual.
Mas no se crea el lector que este implexo es cosa que solo atañe algunos linajes y no a otros. En verdad os digo que todos los mortales, desde el más encumbrado magnate hasta el más humilde labrador, llevamos en nuestras venas esta maravillosa concentración de sangres que se han ido mezclando y remezclando a través de los siglos. Porque, remontándonos lo suficiente en el tiempo, todos venimos a ser primos hermanos, y lo que nos diferencia no es tanto la diversidad de nuestros antepasados cuanto la distinta proporción en que sus humores se han combinado en nuestro ser.
Si retrocedemos lo suficiente, dos personas cualesquiera de la Tierra encontrarán un antepasado común. […] Todos los habitantes de la Tierra somos primos.
— Carl Sagan
¡Qué consuelo para el alma conocer que existe un término preciso para designar esta universal hermandad de los mortales! El implexo viene a ser como la prueba científica de que todos los hombres son hermanos, pues todos compartimos, en mayor o menor medida, los mismos troncos ancestrales, aunque estos se hayan ramificado por senderos diversos. Y así, habiendo dado nombre a aquello que siempre intuí pero no sabía cómo llamar, me siento como el navegante que, tras años de surcar mares desconocidos guiándose solo por las estrellas, encuentra finalmente el mapa que pone nombre a todos los cabos, ensenadas y corrientes que había descubierto por experiencia propia. El implexo: he aquí la palabra que faltaba en mi vocabulario para completar el cuadro de mis reflexiones genealógicas.
Que sirva este breve discurso para que otros curiosos de los misterios del linaje conozcan también este término y puedan aplicarlo con la debida propiedad cuando se encuentren ante la maravillosa circunstancia de descubrir que sus antepasados forman esa intrincada red de parentescos que hace que seamos, todos, más hermanos de lo que creíamos y menos diversos de lo que presumíamos.
Referencias
- ¿Qué es el implexo?. Historia y Genealogía Hispanoamericana. Consultado el 4 de julio de 2025 en: http://geneasud.blogspot.com/2015/02/que-es-el-implexo_25.html
- Diccionario Estraviz. Consultado el 4 de julio de 2025 en: https://www.estraviz.org/implexo
- Endogamia para todos. Tataranietos. Consultado el 4 de julio de 2025 en: https://tataranietos.com/2015/03/26/endogamia/
- Sagan, C. (1998). Miles de Millones. Ediciones B.
- Abuelos exponenciales, el implexo del árbol y la hermandad entre los seres humanos. GeneaSon. Consultado el 4 de julio de 2025 en: https://geneason.blogspot.com/2015/06/abuelos-exponenciales-el-implexo-del.html
- La teoría del implexo: el gran árbol genealógico de la humanidad. Una antropóloga en la Luna. Consultado el 4 de julio de 2025 en: http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com/2018/03/la-teoria-del-implexo-el-gran-arbol.html